“Permítanme que pase a un segundo aprendizaje que me gusta compartir con ustedes. Me gusta ser oído. En numerosas ocasiones en mi vida me he sentido agobiado por problemas irresolubles, o dando vueltas y más vueltas en atormentados círculos o, durante ciertos períodos, abrumado por una sensación de inutilidad y desesperación. Creo que he sido más afortunado que la mayoría, al encontrar en estas situaciones y en estos casos a individuos capaces de oírme y por consiguiente rescatarme del caos de mis sentimientos, individuos que han logrado captar el significado con mayor profundidad que yo mismo. Esas personas me han oído sin juzgarme, sin hacerme ningún diagnóstico, sin cuantificarme, ni evaluarme.
Se han limitado a escuchar, clarificar y responder a todos los niveles en que me comunicaba. ! Puedo atestiguar que cuando uno se encuentra psicológicamente angustiado y alguien logra realmente oírle sin juzgar, sin tomar responsabilidades y sin intentar moldearle a uno a su manera, la sensación es maravillosa¡ En dichas ocasiones, a mí me ha servido para destensarme. Me ha permitido exteriorizar mis sensaciones de temor, de culpabilidad, de desesperación y de confusión, que formaban parte de mi experiencia. Cuando se me escucha y se me oye, logro volver a percibir mi mundo de un modo nuevo y seguir adelante. Es asombroso cómo elementos que parecen irresolubles, pasan a ser solucionables cuando alguien nos escucha, como confusiones que parecen irremediables se convierten en corrientes que fluyen con relativa claridad al ser oído. Me he sentido profundamente agradecido en las ocasiones en que he experimentado este oír sensible, contemplativo y
concentrado”
Carl Rogers. El camino del ser. Pág 19
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