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sábado, 9 de octubre de 2010

Obertura (sobre los dos YO)

En el principio yo era una persona y solo conocía mi propia experiencia.
Luego me dijeron cosas y me convertí en dos personas: la niñta que comentaba cuan terrible era que los chicos encendieran un fuego en el terreno de al lado, para asar manzanas y la niñita que, cuando las madres llamaban a los chicos para hacerles algún encargo, corría a cuidar el fuego y las manzanas porque le gustaba hacerlo.
Así pues había dos Yos.
Un Yo siempre estaba haciendo algo que el otro Yo desaprobaba, o viceversa. Toda esta disputa suscitándose tantas veces, dentro de mi…
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En el principio era yo, y yo era buena.
Luego vino el otro yo y también la autoridad exterior, llenándome de confusión. Y como había muchísimas autoridades exteriores, todas distintas, el otro yo quedó muy confundido.

Siéntate bien. Sal de la habitación si quieres sonarte la nariz. No hagas eso, es estúpido. ¡Vaya la pobre tonta no sabe pelear! Si vas de noche al baño haz correr el agua, sino costará más limpiarlo. ¡No hagas correr el agua en el baño por la noche…despiertas a la gente! Sé siempre atenta con  los demás, no hieras sus sentimientos aunque te resulten antipáticos. Sé franca y sincera; no decirles a los otros lo que uno piensa es una cobardía. Debes usar los cuchillos especiales para untar la manteca. ¿Cuchillos especiales? ¡Pero qué tontería! Habla con delicadeza. ¡Marica! Lo mas importantes tener una profesión. Lo más importante es casarse. ¡Al diablo con todos! Sé amable con todos. Lo más importante es el sexo. Lo más importante es tener dinero en el banco. Lo más importante es que todos te quieran. Lo más importante es vestirse bien. Lo más importante es ser sofisticada, decir falsedades y no dejar que nadie conozca nuestros sentimientos. Lo más importante es superar a todos los demás. Lo más importante es tener un tapado de foca negra, platería y porcelanas. Lo mas importantes ser limpia. Lo más importante es pagar siempre las deudas. Lo más importante es no dejarse engañar por nadie. Lo más importante es amar a los padres. Lo más importante es trabajar. Lo más importante es ser independiente. Lo más importante es que obedezcas y respetes a tu marido. Lo más importante es cuidar que tus hijos se porten bien. Lo más importante es ir a lugares correctos y leer los libros correctos. Lo más importante es hacer lo que los otros dicen. Y todos los otros dicen estas cosas.

Mi yo me dice constantemente: “Lo más importante es vivir la vida”
Pero cuando mi yo vive la vida, el otro yo objeta: “no eso está mal”. Todos los otros yos dicen esto: “Es peligroso, no es práctico, acabaras mal; por supuesto todos nos sentimos así alguna vez, ¡pero aprenderás!”
Algunos de todos esos otros yos son elegidos como una pauta o modelo que soy yo. Pero también penetran en mí todas las otras pautas posibles, contenidas en lo que los otros dicen, que se convierten en otro yo que no es el mío y que a veces me domina. ¿Quién soy yo entonces?

Esto no le preocupa a mi yo. El existe y con eso ya es feliz. Pero cuando mi yo es feliz existiendo, simplemente, el otro yo clama: “Ponte a trabajar, haz algo, haz algo que valga la pena”. Si mi yo es feliz chismorreando le dicen que eso es horrible. Si es feliz permaneciendo callado en compañía de otros, el otro yo lo insta a hablar una y otra vez. Mi yo se siente perdido.
Mi yo sabe que las cosas son para jugar con ellas, no para poseerlas; le gusta unirlas y separarlas suavemente. “¡Nunca tendrás nada!”. Le gusta hacer cosas de las cosas de modo que las cosas mismas participen en la tarea, aunándose para sorpresa y deleite del yo. “¡Con eso no ganas dinero!”. Mi yo es humano y le da al necesitado. “No puedes hacer eso. ¡Nunca tendrás nada para ti! ¡Tendremos que mantenerte!”.
Mi yo ama, ama de una manera que el otro yo ignora. “¡Es demasiada calidez para una amistad! ¡Es demasiada frialdad, siendo amantes!”. Con que debemos enfriar nuestra calidez con los maigos y calentar el amor con los amantes. Mi yo se siente perdido.
Así pues los dos yos tienen un hogar, un marido, hijos, amigos, respetabilidad, seguridad, etc, pero los dos están confundidos, porque el otro yo dice “¿Ves? Tienes suerte” Mientras el yo sigue llorando. “¿Por qué lloras? ¿Por qué eres tan ingrato?”. Como mi yo ignora que es gratitud o ingratitud, no puede argüir nada y sigue llorando. El otro yo lo hace a un lado y afirma: “¡yo soy feliz! Soy muy afortunado al poseer una excelente familia, una linda casa, buenos vecinos y montones de amigos que quieren que haga esto y aquello” Mi yo tampoco es capaz de razonar, no es razonable y sigue llorando.

El otro yo se cansa y continua sonriendo, porque eso es lo que debe hacer. Sonríe y serás compensado, como la foca a la que le arrojan un trozo de pescado. Se amable con todos y serás recompensado: la gente será amable contigo y eso bastará para hacerte feliz, pues sabrás que les gustas, igual que el perro que recibe unas palmaditas cariñosas en la cabeza por portarse bien. Cuenta historias divertidas. Sé alegre. Sonríe, sonríe, sonríe…. El yo está llorando….
De pronto se pregunta: “¿Qué estoy haciendo? ¿Acaso me pasaré la vida cumpliendo el papel de payaso? ¿Por qué voy a fiestas que no disfruto? ¿Por qué estoy con gente que me aburre? ¿Por qué soy  tan hueca y tan vacía?”  Una caparazón. ¿Cómo ha crecido esta caparazón que me rodea? ¿Por qué estoy tan orgullosa de mis hijos y al mismo tiempo, me siento triste porque sus vidas no son lo suficientemente buenas? ¿Por qué estoy decepcionada? ¿Por qué me siento tan inútil?
El yo se presenta un poquito, por instantes, y el otro yo lo empuja de nuevo hacia atrás. El yo se niega a seguir siendo un payaso. ¿Qué yo es ese? “Solía ser divertida, pero ahora piensa demasiado en si misma”. El yo se deja abandonar por los amigos. ¿Qué yo es ese? “Se está replegando demasiado sobre sí misma, eso es malo. Está perdiendo la razón” ¿Qué razón?
Barry Stevens “Persona a persona”

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